Quienes somos
Somos Una Iglesia Cristiana Para la Familila
Nuestros Pastores
Werner & Zoe Meyer
El pastor Meyer tuvo un encuentro transformador con Cristo y fue bautizado en el Espíritu Santo en 1982. Bajo la guía de sus pastores y el apoyo de su familia biológica, comenzó a servir en el ministerio juvenil y en el liderazgo de alabanza en uno de los sectores más influyentes de la Ciudad de Guatemala.
Al conocer a Cristo, se congregó en la iglesia Cántico Nuevo en la Zona 9 de Guatemala, siendo su primer pastor su tío paterno, Rev. Kurt Meyer, con quien aprendió los fundamentos básicos de la doctrina cristiana y las vivencias en Cristo.
Su padre fue el pastor Hugo Meyer, quien le acompañó en su desarrollo y fortalecimiento de la fe, hasta su partida en el año 1992.
La pastora Zoe, criada en un hogar profundamente cristiano, abrazó la fe desde muy temprana edad. Fortalecida por los cimientos espirituales de su familia, ingresó al ministerio en 1990, especializándose en la enseñanza y en la adoración.
En 2009, Dios llamó a los pastores Werner y Zoe a mudarse a Nueva York para proclamar Su Palabra con un fuego renovado. Desde entonces, han avanzado incansablemente el Reino de Dios, aprovechando cada plataforma disponible para difundir verdades bíblicas transformadoras.
El pastor Meyer es un prolífico autor, habiendo escrito numerosas obras de gran impacto, entre las que se incluyen:
Cuatro volúmenes de Esquemas Doctrinales en español
Un volumen de Doctrinal Schemes en inglés
¿Salmista o artista?, una lectura esencial para líderes de alabanza
Enciclopedia de la Doctrina, una compilación doctrinal exhaustiva
Varias ediciones de la agenda Reflect & Plan, Weekly Tracker, una agenda perpetua con reflexiones bíblicas semanales.
Además de estos títulos, ha producido una amplia gama de materiales de estudio, recursos doctrinales y contenidos devocionales diseñados para equipar a creyentes en todo el mundo.
Creemos en una iglesia apóstolica fundamentada en Cristo
Como parte del cuerpo global de Cristo, nuestra congregación impulsa el evangelio a través de la radio, la televisión, foros en línea, redes sociales y el testimonio personal. Cada esfuerzo está dedicado a alcanzar almas y alimentarlas con nutrición espiritual que promueva un crecimiento duradero y transformador.
Nuestra iglesia se fortalece mediante el ministerio quíntuple—apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros—con una enseñanza firmemente arraigada en las Escrituras, confirmada por el Espíritu Santo y proclamada por siervos ungidos y llamados por Dios.
¿EN QUÉ CREEMOS?
1. LA BIBLIA
La Biblia es la Palabra viva, plenamente inspirada, infalible y autoritativa de Dios. Los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento, escritos bajo la dirección del Espíritu Santo, constituyen la revelación completa, perfecta e inmutable de la voluntad divina. Es la única regla infalible de fe y conducta para la iglesia y el creyente.
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Timoteo 3:16).
2. DIOS
Creemos en un solo Dios eterno, infinito en santidad, amor, justicia y misericordia, que existe en tres personas coeternas y coiguales: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es omnipotente, omnisciente y omnipresente: el Creador soberano, sustentador y gobernante de todo lo visible e invisible.
«Escucha, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es» (Deuteronomio 6:4);
«Porque en él fueron creadas todas las cosas… todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y en él todo subsiste» (Colosenses 1:16–17).
3. JESUCRISTO
Jesucristo es el Hijo eterno de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre. Vino al mundo en forma humana para redimir a la humanidad caída mediante Su vida sin pecado, Su muerte sustitutiva en la cruz y Su resurrección corporal al tercer día. Él es el único Salvador, el Mesías prometido, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y el único camino al Padre.
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6);
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16).
4. EL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo es Dios, la tercera persona de la Trinidad, que mora en todo creyente desde el momento de su conversión. Él convence del pecado, regenera, sella, sana, guía, enseña y capacita para la vida cristiana y el ministerio. Distribuye dones espirituales según Su voluntad para la edificación del cuerpo de Cristo.
«Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas» (Juan 14:26);
«Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Romanos 8:14).
5. LA SALVACIÓN
La salvación es un don gratuito de Dios, concedido únicamente por Su gracia y recibido mediante la fe en Jesucristo y Su obra consumada en la cruz—nunca por méritos humanos ni buenas obras. Nos libera del juicio eterno, nos reconcilia con Dios y nos asegura la vida eterna.
«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:8–9).
6. LAS BUENAS OBRAS
Las buenas obras no salvan, pero son la evidencia inevitable de una fe viva y transformadora. Todo creyente redimido por gracia es creado en Cristo Jesús para practicar buenas obras, las cuales serán evaluadas en el tribunal de Cristo y recompensadas eternamente.
«Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma» (Santiago 2:17);
«Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:10).
7. EL PECADO
El pecado es toda rebelión, desobediencia o falta de conformidad con la voluntad y la santidad de Dios. Entró al mundo por la desobediencia de Adán y ha corrompido toda la humanidad. Aunque Cristo venció su poder en la cruz, sus efectos persisten en el mundo; por eso, los creyentes deben resistirlo diariamente mediante la dependencia del Espíritu Santo.
«Porque todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23);
«El que comete pecado es del diablo… Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo» (1 Juan 3:8).
8. LA ALABANZA Y LA ADORACIÓN
Adoramos a Dios en espíritu y en verdad, con corazones agradecidos y vidas consagradas. La alabanza y la adoración son respuestas espontáneas del alma redimida, expresadas en oración, canto, danza, testimonio y entrega total. Buscamos exaltar Su nombre en toda circunstancia.
«Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Juan 4:24);
«Ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre» (Hebreos 13:15).
9. EL ARREBATAMIENTO
Creemos en la venida inminente, personal, visible y gloriosa de Jesucristo para arrebatar a Su iglesia—los creyentes vivos y muertos en Cristo—antes del período de la Gran Tribulación. Este esperado encuentro nos introducirá en la presencia eterna del Señor.
«Porque el mismo Señor con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire» (1 Tesalonicenses 4:16–17).
10. LA COMUNIÓN (LA CENA DEL SEÑOR)
La Cena del Señor es una ordenanza instituida por Cristo para recordar Su sacrificio redentor. El pan representa Su cuerpo entregado; la copa, Su sangre derramada por la remisión de pecados. Es un acto de comunión con Cristo y con Su cuerpo, la iglesia, que proclama Su muerte hasta que Él venga.
«Haced esto en memoria de mí… Cuantas veces comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga» (1 Corintios 11:24–26).
11. EL BAUTISMO EN AGUA
El bautismo en agua, por inmersión, es un mandato de Cristo y un testimonio público de la fe del creyente. Simboliza la identificación con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, y representa la purificación del pecado y el nuevo nacimiento en Cristo.
«El que creyere y fuere bautizado, será salvo» (Marcos 16:16);
«Somos, pues, sepultados juntamente con él en el bautismo para la muerte, a fin de que como Cristo resucitó… así también nosotros andemos en vida nueva» (Romanos 6:4).
12. LOS DONES ESPIRITUALES
Los dones del Espíritu Santo—tales como profecía, sanidades, lenguas, interpretación, enseñanza, fe y otros—son dados por Dios a la iglesia para su edificación, consuelo, dirección y demostración del poder del Evangelio. Creemos que estos dones operan hoy según la voluntad soberana del Espíritu, y animamos a los creyentes a buscarlos con humildad, orden y amor.
«A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho» (1 Corintios 12:7);
«Pero celad los dones espirituales más excelentes. Y aún os muestro un camino más excelente» (1 Corintios 12:31).
Este credo doctrinal refleja nuestra firme convicción en la verdad bíblica, el poder transformador del Evangelio y la misión urgente de la iglesia en los últimos días.